lunes, 27 de junio de 2011

Recuerdos de un recuerdo

Estoy volviendo en el tren de un día de trabajo agobiante. Las cosas no son como yo quiero que sean, sin embargo sigo. Tengo el presentimiento de que algo va a suceder, de que algo va a ir bien y vamos a poder disfrutar plenamente de nuestras vidas. Volviendo en el tren Urquiza, veo a un pibito que me hace acordar a un amigo que me encontré una vez, ahí mismo, en la estación en la que me encuentro ahora. Me decía que estaba haciendo malabares en esa esquina de la calle San Martín. Yo lo escucho, y siento que también podría hacer algo diferente, algo que me divierta a la vez que me dé de comer. Mientras hablamos, lo veo pleno y feliz de lo que hace. Sus clavas me hacen acordar cuando yo mismo aprendí a hacer los malabares. Tengo 15 años, estoy en Villa Gesell. Los inquilinos de al lado son copados, uno gordito y el otro un flaco alto. No recuerdo sus nombres, pero hablamos un par de veces y me voy a la playa con ellos. El gordito la tiene re clara con los malabares. Le pido que me enseñe. Lo intento una y otra vez. Las piedras caen, pero lo sigo intentando. Cómo cuando aprendía a andar en bicicleta. Esto es muy difícil, las rueditas a los costados me dan mucha seguridad, ¿porque me las tienen que sacar?. Le voy a pedir a mi papá que me saque solo una... no ya fué que me saque las dos, así puedo aprender más rápido. Estoy andando... estoy andando. No! Me caigo, pero me vuelvo a levantar y mi papá me ayuda de atrás, me va llevando. ¿Llevando? Cómo cuando mi papá le puso condimentos al pollo en la parrilla... Lo veo y quiero ayudar, asi que en cuanto baja las escaleras para atender la puerta, agarro eso que está abajo de la parrilla que parece lo mismo que él le puso (aunque tiene otro olor y color a madera) y se lo tiro al pollo. El pollo está en la parrilla, un poco alto para mi con mis 4 años, pero salto y lo tiro encima. ¿Porqué salto? ah! Estoy intentando llegar al juguete que está en los cajones de los pies de mi cama. Mejor me levanto y se los pido a mi mamá. Esta muy oscuro, no se escuchan más que grillos en la noche. Cuando llego a la pieza de mi papá y mi mamá, NO ESTÁN! Estoy desesperado! No sé que hacer, comienzo a llorar, pero corro hacia la puerta de entrada, acerco una silla, me subo en ella y trabo desde adentro la puerta... -Yo tendré 2 años y medio, pero a mi casa no va a entrar nadie-. Se escuchan las palabras de mi papá por fuera, que me pidan que haga algo, pero no logro entenderlo.. ¿Qué gire qué? ¿Que no puede entrar? ¿Qué confíe en él? Claro, si me estoy lanzando a caminar apenas pudiendo, sobre sus brazos. Son mis primeros pasos, y voy de los brazos de mi mamá a los brazos de mi papá! Todos ríen y yo también río, que felices que somos... tengo una sensación rara. Realmente no entiendo mucho, apenas puedo recordar algunas palabras, pero tengo la sensación de estar atrapado. Mi mamá, es mi primer recuerdo, es lo primero que veo en el momento que comienzo a tener conciencia de estar vivo. Me gusta, cada cosa que hago o pasa es una nueva sensación que termina en un nuevo recuerdo. Desde este momento, me prometo vivir cada instante como único, y nunca pero nunca vivir en el pasado... mientras tanto juego con esa pelotita de colores que hace ruidos.

miércoles, 22 de junio de 2011

Descripción del infierno en Presente por mi

Tu cuerpo en forma humana con silla adherida sujeta al suelo de tierra ardiente frente a una computadora que no para de requerir que escribas cosas para terceros. Vos sabes que los pedidos nunca dejarán de llegar... te sangran los dedos pero tenés que seguir escribiendo y escribiendo. A todo esto cada vez se suman más almas en desgracia al mismo ambiente que no crece, sino que se empequeñece. Se hace tan chico que te empezas fundir con los demás, pero nunca dejas de escribir... cuando ya todos son solo uno, el ambiente vuelve a su estado natural, y sos una sola persona, como el todo de las anteriores... pero los pedidos siguen llegando, las personas siguen entrando, y el ambiente comienza a hacerse mas chico nuevamente

martes, 21 de junio de 2011

Alguna señal

En la parada del colectivo, una persona distraída no se da cuenta de la cola de gente y se choca con el último de la fila.

-Discúlpeme usted, es que vengo distraído

-No se preocupe, ¿A qué se debe su distracción, que anda buscando?

-Ando buscando alguna señal.

-¿No pide nada eh? Las señales están por todos lados, hay que dejar de buscar para encontrarlas.

-Tiene usted razón, le agradezco mucho.

-No tiene porqué

El señor distraído sigue su camino. El de la fila lo observa cruzar la calle, extiende sus alas, y vuela hacia el cielo.